por la misma, los únicos que se salvan de esto son aquellos que conocen realmente la naturaleza de la poesía.
Las obras comparadas con la realidad pueden resultar ciertamente oscuras, de modo que la generalidad no hace a la excepción y el artista es artista dentro de un conjunto de pares o en solitario, lo que marca la diferencia es la forma en que lleva a cabo su expresión.
Platón no admite la idea de los objetos fabricados, cree en la idea de la esencia, una idea que existe en sí misma y por sí misma.
Entonces, Platón considera que la obra imitada es aquella que está alejada en 3 grados de la realidad, el primero es la divinidad inspiradora, el segundo es el creador en sí y el tercer grado es aquel que lo imita, que parte de una imagen para construir otra. El arte imitativo está muy lejos de lo verdadero, y al ser natural toma muy poco de cada cosa por lo tanto todo lo que toma y construye no es más que una simple apariencia.
Debemos ser capaces de distinguir entre ciencia, ignorancia e imitación y conocer los tres tipos de arte; el que utiliza, el que fabrica y el que imita.
Entonces, decimos que los poetas no hacen más que imitar ciertos modos de expresión, nadie está realmente inspirado por la divinidad y cada uno hace uso de conceptos y palabras que les convienen para llegar a una mayor cantidad de personas.
Analizándolo desde este punto de vista, todos los poetas son imitadores de una única verdad valedera. Lo único que conocen es la apariencia, pero no la verdad y la pasión.
El hecho de que la obra sea imitativa y carezca de un valor personal no implica que no sea comercial, de gusto popular y que las masas la consuman. No descalifica la popularidad que pueda tener el que sea superficial y lejana a la realidad.
Dentro de lo previsible el carácter imitativo de la poesía permite que ciertos individuos puedan plasmar aquello que desconocen de sí mismos al sentirse identificados con la poesía, generan ellos mismos también una forma de imitación del sentimiento compartido. Sin embargo la poesía lleva a la corrupción de los hombres más honestos, porque llegamos a alabar algo que está fuera de las normas sociales si está bien plasmado en la poesía, llega incluso hasta conmovernos lo que podría ser un acto bélico.
Consideremos que la poesía trata de revelar y de liberar esa parte de nuestras almas que estaba condicionada por la razón y opacada para no sufrir en vano, también se gana una especie de placer compartido. La poesía entonces riega y alimenta lo que debía secarse poco a poco, las emociones reprimidas.
La poesía es un arma seductora.
Prof. Emily Cabrera M - síntesis.